sábado, 9 de febrero de 2008

La escuela: una organización, una institución, ¿o ambas?.

Para iniciar esta reflexión, pediré el acompañamiento de aquellos que han tratado el tema de la gestión de las instituciones y que de manera simple y concreta nos introducen en el análisis de estos conceptos, dado que considero de suma importancia, establecer desde qué perspectiva o marco teórico uno se posiciona para desplegar su discurso.

De este modo trataremos de conceptualizar junto a Ruth Harf[1] sobre dos aspectos que refieren al mismo objeto: la escuela, como institución en tanto regularidad cultural, pero también como organización en tanto refiere “a su basamento edilicio, su estructura de roles y funciones y la definición explícita de sus metas y fines”. Como dice esta autora, al diferenciar estos conceptos, hacemos hincapé, simplemente en la necesidad de “comprender y explicar de modo operativo la escuela”, pues ambos son aspectos complementarios y necesarios para poder entenderla.

Al intentar caracterizar a la escuela como institución, parto de una concepción sistémica de la misma. Si decimos, entonces, que la institución es un sistema, la entendemos, no como una sumatoria de partes ( como dice Harf en la obra citada) de aulas, grados, docentes, alumnos, padres, etc. sino como un todo integrado en donde las partes son interdependientes y donde lo que sucede o afecta a uno u otro componente del todo, repercute sobre los demás. Este modo de concebir a la escuela hace que todos los hechos o fenómenos que sucedan en ella no sean entendidos de una manera lineal tipo causa-efecto sino como una circularidad.
Si consideramos la realidad de la escuela como un subsistema, dentro de otros de mayor dimensión, veremos cómo la responsabilidad de lo que sucede en ella no recae sobre uno solo de sus componentes sino que cada cual desde su lugar aporta “su grano de arena”.

Otro aspecto importante y que fue tratado sutilmente en anteriores post, es el de las instituciones cerradas y abiertas. La teoría sistémica nos viene “como anillo al dedo” para tratar de explicar el por qué de la resistencia a los cambios, como por ejemplo, en el caso de los sistemas cerrados, prácticamente imposibilitados por esta razón de autogenerar cambios que le permitan ir creciendo, aprendiendo, abriendo sus puertas a la interacción con el medio externo. Dichos sistemas pueden llegar a funcionar amparados en una falsa idea de “equilibrio”, de “estabilidad”, a la cual se aferran para justificar la falta de necesidad de generar los cambios, las transformaciones o introducir novedades en el sistema.

Ahora bien, los sistemas (escuela, familia, sociedad, etc) están conformados por personas, no se constituyen como simples componentes que interactúan entre sí. Las personas tenemos sentimientos, deseos, ambiciones, poseemos una historia, una forma de entender el mundo, las relaciones, la profesión, etc.
Por eso no quisiera caer en explicaciones simplistas o reduccionistas. Lo que creo es que las teorías nos sirven como herramientas para poder interpretar la realidad, y ayudarnos así a entenderla y a generar los cambios necesarios, aprendiendo de los aciertos pero también de los errores.

Entender las instituciones como sistema justificaabordar los temas como: proyecto, participación, poder, sistemas de comunicación, formación de equipos de trabajo, etc (Harf; ob.cit.).



[1] Harf; Ruth y Azzeborni; Delia: “Conduciendo la escuela”- Ediciones Novedades Educativas- Bs. As; Argentina-2004-


En relación a este tema me pareció pertinente traer a la reflexión el aporte que realiza sobre el tema el Licenciado en Psicología Aldo Schlemenson. El citado autor define a la institución educativa o escuela como organización(*), en tanto "forma u objeto social singular y particular, que representa una entidad concreta constituída para fines específicos no sólo valorativos y culturales sino también instrumentales".

Es el "agente social inmediato" dice este autor, que "procesa un proyecto de enseñanza-aprendizaje, que a su vez, transmite información, socializa y forma". Y se inscribe dentro de un contexto más amplio, un METACONTEXTO, en donde la educación representa uno más de los metacontextos en donde se inserta la escuela (otros son el socioeconómico, el cultural, político, mundial,etc.).

El autor trabaja estos conceptos para explicar además cómo la escuela privada de gestión particular es un emergente peculiar dado que "responde precisamente a una crisis proveniente de la interacción de metacontextos incluyentes de la educación en nuestro país y refleja también un momento de la educación en el mundo", que da cuenta de cómo el contexto va cambiando en función de las nuevas realidades que van emergiendo en la sociedad actual y que a su vez " conllevan una reformulación de la escuela y del rol del director".

El desafío en este escenario es entonces no perder la esencia que todo proyecto educativo debe tener teniendo siempre como pilares la excelencia y la calidad para la enseñanza y el aprendizaje, sin olvidar el valor formativo que brinda y sin sobreponer los intereses gerenciales a los pedagógicos ( en el caso de las instituciones privadas).

(*) Schlemenson; Aldo: "Organizar y conducir la escuela". Paidós. Bs.As. 1.999 -

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