miércoles, 27 de febrero de 2008

El cambio en las instituciones educativas: entre la tradición y los nuevos paradigmas en la dirección

En este post nos acompañará Francisco Beltrán LLavador quien nos presenta en un recorrido a través de diferentes épocas aquellos conceptos utilizados para referirse a la administración de los centros escolares, que han ido transformándose, redefiniéndose...

Así, en su libro "Tradición y cambio en la dirección escolar", señala que "los cambios sociales y culturales del presente han desplazado el foco de atención de la dirección escolar del cumplimiento de funciones de carácter administrativo hacia otros tres ámbitos prioritarios: el servicio a la comunidad, el currículo y el desarrollo profesional de los docentes...


En términos muy generales, desde la constitución de los grandes sistemas educativos nacionales y hasta llegar a la situación actual, la dirección escolar ha pasado por tres grandes etapas:

1. Una época tradicional, donde para dirigir los centros escolares no se necesitaba ninguna formación especializada porque se trataba de organizaciones muy simples que se conducían por el procedimiento de ensayo y error, y sobre todo porque se consideraba al director como una figura de educador-filósofo o maestro de maestros.

2. Una época gerencialista, caracterizada por el desarrollo económico, donde se aplicaba a los centros escolares los mismos parámetros productivistas que al resto de organizaciones industriales intentando que operaran al mismo costo y con la misma eficiencia. No hubo un cambio significativo en la perspectiva básica del conocimiento escolar considerado como útil, pero sí en la visión del director que pasó a ser el equivalente de un ejecutivo al que se demandaban actuaciones según la lógica del capitalismo industrial.

3. Actualmente, va quedando atrás la visión de la escuela como lugar de producción, propia de la sociedad industrial; en su lugar se van abriendo paso las imágenes propias de las sociedades posindustriales que destacan la educación como desarrollo humano y la escuela como comunidad de aprendizaje. Añádase a esto que el presente se vive como una época de turbulencias donde prima la diversidad, cuando no la adversidad, por lo que el papel asignado a los directores sea el de intelectuales transformadores, esto es, aquellos que se sitúan críticamente frente a su realidad con intención de colaborar en su transformación. Los centros escolares ya no detentan el monopolio en relación con las posibilidades de enseñanza y aprendizajes infantiles y juveniles y, aunque no dejan de ocupar un lugar central y principal, éste ya no es exclusivo.

La sucesión cronológica de las tres etapas, no indica que en la actualidad se encuentren todavía casos representativos de la modalidad tradicional o la gerencial; en realidad la situación actual es la de quiebre o crisis de los propósitos planteados por la segunda etapa y la emergencia de puntos de vista asociables a la tercera, lo que puede apreciarse ya en las intenciones aunque las realizaciones sean todavía escasas. Por otra parte, algunos de los supuestos sobre los que se erige la nueva dirección implican una reactualización de los que caracterizaron a la época tradicional, por ejemplo, en lo que hace a la autoridad académica del director, a la estructura simple de los centros y al énfasis en los aprendizajes de los alumnos (...)

En un medio de continuo cambio e incertidumbre se requieren nuevos modos de pensar el currículo para hacer de éste algo más amplio, más rico y profundamente interconectado superando los tradicionales compartimentos. Como consecuencia de ello el profesor deja de ser un técnico, para transformarse en un profesional, que debe tomar decisiones en situaciones complejas.

El cambio en lo escolar se manifiesta en el paso de estructuras burocráticas y jerárquicas a sistemas más orgánicos, descentralizados y profesionalmente controlados. Las organizaciones escolares deben apoyarse en cuatro valores: participación, comunicación con el entorno; reflexión y experimentación. Ello implica cambios en relación con los roles (de más definidos y unívocamente asignados a más difusos y compartidos), el sistema de relaciones (del individualismo a la colegialidad; de la información unilateral a la comunicación bilateral) y la responsabilidad (de la rendición de cuentas a la responsabilidad moral). Es necesario que las escuelas se sientan responsables ante la comunidad, aún manteniendo la obligación de rendir cuentas ante las autoridades centrales (...)

El liderazgo escolar no radica exclusivamente en el director o en los profesores, implica toma de decisiones colectiva. Debería ser definido como un proceso dinámico e interactivo que conduce a los miembros de una organización a construir juntos una cultura en el seno de la cual se sientan suficientemente seguros para articular y conseguir aquello que ellos mismos desean llegar a ser.
A diferencia de otras organizaciones la dirección escolar no puede basarse en la existencia de metas claras, precisas y predeterminadas, por cuanto las metas escolares emergen de los problemas identificados como tales por los propios estudiantes y por aquellos que interactúan diariamente con ellos (padres y profesores).
Esto implica, entre otras cosas, reconocer que el concepto de mejora para la escuela no se encuentra fuera de ella; que el papel del director, como líder, no es resolver problemas sino asistir a los implicados en ellos para que alcancen sus propias concepciones acerca de los problemas que encara la escuela; y que la mayor parte del tiempo de la dirección debe invertirse en trabajar con profesores y padres de modo colaborativo.

Reconceptualización de la estructura organizativa de los centros escolares:
Las organizaciones burocráticas (enfocadas a conservar la estabilidad aún cuando ésta impida o inhiba la mejora y el desarrollo de los que trabajan en ella), no garantizan las actividades nucleares. Lo nuclear o sustantivo en los centros de enseñanza está constituido por los procesos de enseñanza-aprendizaje.

La pregunta es: ¿ qué estructuras organizativas pueden constituirse a partir de tales supuestos?.
El sentido del nuevo concepto de estructura organizativa de los centros escolares implica la necesidad de extender el liderazgo al conjunto de los profesores en un doble sentido como: liderazgo compartido y como liderazgo que se plantea como principal desafío reemplazar la estabilidad por el cambio. Esto requiere redefinir las relaciones tradicionales entre profesores, administradores y políticos para que se estimule la creación de estructuras ad hoc que posibiliten los diferentes modelos de enseñanza-aprendizaje.


La concepción racional-burocrática de la escuela ha venido considerando al director como un gerente o administrador y no como un líder educativo. La diferencia entre ambas concepciones consiste en que administrar significa procurar introducir los mínimos cambios posibles, dejar las cosas como están, mientras que liderar implica actuar sobre los demás para hacer que las cosas ocurran de modo diferente.

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