viernes, 8 de febrero de 2008

El por qué de la reflexión teórica...

En algunas ocasiones resulta muy importante detenernos en el camino para reflexionar acerca de determinadas situaciones que surgen en nuestro contacto con la realidad, en la práctica cotidiana. Para ello la teoría sería una especie de luz en el camino, que nos permite “iluminar” aquellos aspectos que de quedar ocultos, pueden llegar además a naturalizarse.



Me gusta la idea de Frigerio[1] acerca de que la teoría se asemeja a un “mapa” o “guía” que nos permite orientarnos. Una especie de brújula, agregaría yo, haciéndome eco de estas metáforas, que nos sirve para saber “dónde estamos parados”, “cuál es el camino”, “por dónde vamos” o bien “por dónde empezamos”. Estos mapas o guías orientativos nos facilitan el tránsito por el territorio de las instituciones, seamos en ellas “residentes” o “viajeros”.


Siguiendo a Frigerio "(...) es indispensable partir de la idea de que: "Las diversas fuentes teóricas ofrecen elementos parciales de una cartografía siempre inconclusa e incompleta... que nos ayuda a dar cuenta de la complejidad de factores en juego en la cotidianidad de las prácticas."

Ella cita a un gran pensador de nuestros tiempos; representante del pensamiento complejo, que es Edgar Morin, quien nos sumerje en las aguas de lo complejo de nuestra realidad como seres, habitantes de un cosmos, en donde lo cierto es precisamente la incertidumbre. Y rescato las palabras de este autor, citadas además por Frigerio:

"La complejidad nos hace sensibles a evidencias adormecidas: la imposibilidad de expulsar la incertidumbre del conocimiento. (...) El problema de la complejidad no es ni encerrar la incertidumbre entre paréntesis, ni encerrarse en un escepticismo generalizado; es el de integrar en profundidad la incertidumbre en el conocimiento y el conocimiento en la incertidumbre,...


(...)La complejidad es un progreso del conocimiento que aporta lo desconocido del misterio. El misterio... nos libera de toda racionalización delirante que pretenda reducir lo real a la idea,(...)[2]

Esta complejidad que representa el "entramado" institucional, no solamente puede ser "develado" por medio del conocimiento teórico, si bien esto nos ayuda a entender los fenómenos sociales que allí acontecen; necesitamos además de la reflexión de los propios actores institucionales, de aquellos que "caminan" el territorio y que le otorgan diferentes significados y lo tiñen con sus representaciones. Ellos son quienes le otorgan sentido, un sentido que parece concreto y accesible pero que tiene además otra cara, otra faz, subjetiva, menos visible..

En esta búsqueda de sentido podemos advertir que otros fueron los tiempos de la certeza, de los criterios unánimes y compartidos acerca de la importancia de la escuela, de la incuestionable autoridad de los docentes ( y por qué no de los propios padres), de la educación en su conjunto.
En estos tiempos, es otro el sentido, o "los sentidos". Es verdad que la escuela es importante, es necesaria, pero la realidad exige un cambio. Otros son los paradigmas que se imponen: la escuela ya no es el "templo del saber", al menos no el único; pero tras los muros de la instituciones aún se siente la resistencia a algunos cambios. Desoír y hacer como que nada pasa sólo empeorará las cosas.

En muchas instituciones se sienten "los nuevos vientos", pero todavía conviven las nuevas concepciones con las viejas. Se habla de trabajo en equipo pero en la realidad persiste como dice el refrán el "cada maestrito con su librito". Se habla de integración, de la diversidad en el aula, pero falta mucho todavía para las verdaderas transformaciones.
Es por este motivo que si hay algo que no podemos perder es el ejercicio, a nivel institucional, de revisar nuestras prácticas cotidianas, de estudiar, de abrirnos al trabajo en equipo, colaborativo, en donde el objetivo principal es aprender y generar los cambios pertinentes para mejorar los aprendizajes de nuestros alumnos, en pos de la verdadera calidad educativa.


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[1] Frigerio, Graciela y Poggi, N: “El análisis de la institución educativa. Hilos para tejer proyectos. Cara y Ceca. Troquel. 1993.//Los párrafos en negrita corresponden al texto citado.

[2] E. Morin: El método. La naturaleza de la naturaleza; Cátedra; 1986.Citado en Frigerio; ob.cit.-

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